El pensamiento apocalíptico cada vez es más frecuente en mucha gente[1],[2],[3] y no es para menos. Si estamos socavando las bases de la vida (desesperanza), somos una de las especies más vulnerables a pesar de nuestra extraordinaria adaptabilidad (esperanza), que no es nada, por ejemplo, comparada con la de las bacterias como ya hemos visto (modestia).
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